Subtipologías de Asesinos Múltiples: Asesinos de Familia (family slaughters) 1ra. Parte

El “Manual del FBI” lo presenta como un subtipo de los asesinos de masas; desde mi punto de vista, esto encuentra dos inconvenientes insalvables en su calificación: ¿cómo encuadramos a las mujeres que envenenan a toda o parte de su familia durante un período de varios meses? No es un caso de asesinato masivo, pues éste tiene un lapso de duración que puede ser más o menos breve; este último sería el caso del asesino que huye para evitar su captura. Muchas veces, erróneamente, se las denomina “viudas negras” (black widows) que tampoco correspondería. El otro obstáculo que encuentro en la calificación del “Manual” es la siguiente: ¿cómo se califica a los casos de los asesinos de familia que se trasladan de un lugar a otro para llevar a cabo su cometido, como Mateo Banks o George Banks? Éstos, típicamente, son asesinos itinerantes y no de masas.
Es por lo expuesto que no los categorizo, exclusivamente, como asesinos de masas –aunque hay una gran mayoría que sí lo son–, sino como una subcategoría de asesinos múltiples, que pueden cumplir con los requisitos tanto de uno como de otro.
El familicidio es un tipo de asesinato múltiple, o asesinato-suicidio, en el cual, uno de los cónyuges asesina al otro y a uno o más hijos o hijastros; pero, también, se han dado casos de homicidio de uno o ambos padres y, de algún otro pariente –hijos, hermanos, sobrinos, abuelos, nietos–, a manos de algún miembro de la familia –hijos, hermanos, sobrinos, tíos–. Asimismo, existe un tercer supuesto, en el cual toda la familia es asesinada, pero por alguien ajeno a su entorno, lo cual no se encuentra dentro de esta subtipología.
En el primero de los casos nombrados, los trastornos psíquicos –temporales o permanentes– del asesino cobran una importancia relevante, sobre todo en los casos de suicidio del atacante; pero todo queda limitado a la investigación posterior –por ejemplo, si hubo o no “señales de  advertencia”–, pues , con su propia muerte, el asesino “se lleva con él” los motivos que tuvo para su desgraciado accionar, aunque, en algunos pocos casos, dejan notas o cartas, generalmente, confusas, teniendo en cuenta su estado mental en ese momento.
Por su parte, en el segundo supuesto, por lo general, se trata de homicidas psicópatas, que buscan eliminar a su familia por considerarla un “estorbo” para lograr sus objetivos (Jasmine Richardson, José Rabadán, Francisca Ballesteros, Martha Wise); para “aliviarles” una situación hipotética “de angustia” (José María Macià, Marcus Wesson,John List) o, simplemente, por codicia –cobrar seguros de vida, herencias, etc.– (James Ruppert, Mateo Banks, Israel Canacasco Estrada). En todos estos últimos casos, por lo general, son descubiertos, capturados y enjuiciados; algunos resultan condenados y otros, muy pocos, confinados, primero, a instituciones de salud mental por causa de insania y luego condenados (Janie Lou Gibbs).
Los casos individuales de familicidios han sido descriptos por profesionales de la salud mental, usualmente, con detalles clínicos y narrativos. Es habitual detectar temas recurrentes, por ejemplo, serias dificultades financieras –William Parente, Steven Sueppel, Ervin Lupoe–, problemas emocionales o mentales, psicopatías, y situaciones similares pero, de ninguna manera, se pueden sintetizar y, mucho menos, establecer generalizaciones.
Si bien, las motivaciones de estos asesinos pueden ser muy variadas, hay algunas que se repiten y permiten encontrar algunos puntos comunes, como ser:
  • Pérdida de control sobre su familia o pánico a perderlo (hombres).
  • Sólo notan las circunstancias adversas en su vida, lo que les acarrea desesperación y frustración.
  • Sensación abrumadora y de incapacidad de dejar sola a la familia si muere (hombres).
  • Ven a la muerte de su familia como un “sacrificio necesario” (ambos sexos).
  • Sienten que la familia no podrían sobrevivir sin él (hombres).
  • Venganza hacia un cónyuge distanciado o cualquier otro pariente cercano para “darle una lección” (ambos sexos)
  • Profunda pena de perder a su familia a causa de un divorcio (hombres).
  • Estricta disciplina que se desborda (hombres).
  • Exacerbado sentimiento de posesión, derecho o propiedad sobre su familia (hombres).
  • Trastornos mentales (ambos sexos).
  • Codicia (cobro de seguros de vida o herencias que, de otra manera, no le corresponderían; ambos sexos).
  • Proyección del odio que sienten hacia ellos mismos sobre la familia (hombres).
  • Exacerbado sentido del deber hacia la familia (hombres).
  • Suicidio posterior a la matanza de la familia (no en todos los casos; hombres).
  • Dificultades para cumplir con sus deberes de padre o cabeza de familia (hombres).
  • Un historial de abuso anterior que continúa con su propia familia (ambos sexos).
  • La idea de que los hijos “deben servir” las necesidades de los padres (ambos sexos).
  • Simplemente, el deseo de estar “solos” nuevamente y comenzar “una nueva vida” (ambos sexos).


FUENTE: García Roversi, Susana P., Asesinos Múltiples 1, Colección “Sin Piedad”, vol. 1, Grupo Editorial HS, Buenos Aires, 2010.

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