El “Manual del FBI” lo presenta como un subtipo de los asesinos
de masas; desde mi punto de vista, esto encuentra dos inconvenientes
insalvables en su calificación: ¿cómo encuadramos a las mujeres que envenenan a
toda o parte de su familia durante un período de varios meses? No es un
caso de asesinato masivo, pues éste tiene un lapso de duración que puede ser
más o menos breve; este último sería el caso del asesino que huye para evitar
su captura. Muchas veces, erróneamente, se las denomina “viudas negras” (black
widows) que tampoco correspondería. El otro obstáculo que encuentro en la
calificación del “Manual” es la siguiente: ¿cómo se califica a los casos de los
asesinos de familia que se trasladan de un lugar a otro para llevar a cabo su
cometido, como Mateo Banks o George Banks? Éstos, típicamente,
son asesinos itinerantes y no de masas.
Es por lo expuesto que no los categorizo, exclusivamente, como
asesinos de masas –aunque hay una gran mayoría que sí lo son–, sino como una
subcategoría de asesinos múltiples, que pueden cumplir con los requisitos tanto
de uno como de otro.
En el primero de los casos nombrados, los trastornos psíquicos
–temporales o permanentes– del asesino cobran una importancia relevante, sobre
todo en los casos de suicidio del atacante; pero todo queda limitado a la
investigación posterior –por ejemplo, si hubo o no “señales
de advertencia”–, pues , con su propia muerte, el asesino “se lleva
con él” los motivos que tuvo para su desgraciado accionar, aunque, en algunos
pocos casos, dejan notas o cartas, generalmente, confusas, teniendo en cuenta
su estado mental en ese momento.
Por su parte, en el segundo supuesto, por lo general, se trata de
homicidas psicópatas, que buscan eliminar a su familia por considerarla un
“estorbo” para lograr sus objetivos (Jasmine Richardson, José
Rabadán, Francisca Ballesteros, Martha Wise); para “aliviarles” una
situación hipotética “de angustia” (José María Macià, Marcus Wesson,John
List) o, simplemente, por codicia –cobrar seguros de vida, herencias, etc.–
(James Ruppert, Mateo Banks, Israel Canacasco Estrada). En todos
estos últimos casos, por lo general, son descubiertos, capturados y enjuiciados;
algunos resultan condenados y otros, muy pocos, confinados, primero, a
instituciones de salud mental por causa de insania y luego condenados (Janie
Lou Gibbs).
Los casos individuales de familicidios han sido descriptos por
profesionales de la salud mental, usualmente, con detalles clínicos y
narrativos. Es habitual detectar temas recurrentes, por ejemplo, serias
dificultades financieras –William Parente, Steven Sueppel, Ervin
Lupoe–, problemas emocionales o mentales, psicopatías, y situaciones similares
pero, de ninguna manera, se pueden sintetizar y, mucho menos, establecer
generalizaciones.
Si bien, las motivaciones de estos asesinos pueden ser muy variadas,
hay algunas que se repiten y permiten encontrar algunos puntos comunes, como
ser:
- Pérdida de control sobre su familia o pánico a perderlo (hombres).
- Sólo notan las circunstancias adversas en su vida, lo que les acarrea desesperación y frustración.
- Sensación abrumadora y de incapacidad de dejar sola a la familia si muere (hombres).
- Ven a la muerte de su familia como un “sacrificio necesario” (ambos sexos).
- Sienten que la familia no podrían sobrevivir sin él (hombres).
- Venganza hacia un cónyuge distanciado o cualquier otro pariente cercano para “darle una lección” (ambos sexos)
- Profunda pena de perder a su familia a causa de un divorcio (hombres).
- Estricta disciplina que se desborda (hombres).
- Exacerbado sentimiento de posesión, derecho o propiedad sobre su familia (hombres).
- Trastornos mentales (ambos sexos).
- Codicia (cobro de seguros de vida o herencias que, de otra manera, no le corresponderían; ambos sexos).
- Proyección del odio que sienten hacia ellos mismos sobre la familia (hombres).
- Exacerbado sentido del deber hacia la familia (hombres).
- Suicidio posterior a la matanza de la familia (no en todos los casos; hombres).
- Dificultades para cumplir con sus deberes de padre o cabeza de familia (hombres).
- Un historial de abuso anterior que continúa con su propia familia (ambos sexos).
- La idea de que los hijos “deben servir” las necesidades de los padres (ambos sexos).
- Simplemente, el deseo de estar “solos” nuevamente y comenzar “una nueva vida” (ambos sexos).
FUENTE: García Roversi,
Susana P., Asesinos Múltiples 1, Colección “Sin Piedad”, vol. 1, Grupo
Editorial HS, Buenos Aires, 2010.
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