Otra categoría de los empleados letales son aquellos que, de
repente, se muestran mentalmente desequilibrados en el trabajo. Estas personas,
usualmente, poseen un historial de enfermedad mental, pero, en el momento en
que comienzan a trabajar, se encuentran en un buen estado funcional y su
enfermedad, probablemente, está bajo control. Sin embargo, por alguna razón,
con el paso del tiempo, abandonan su medicación o por causa del estrés laboral,
y su comportamiento comienza a mostrarse desequilibrado. Son escasas las veces
en que se le presta o se le sugiere alguna ayuda (en algunas oportunidades,
cuando sí se le ofrece, el empleado la rechaza de plano), antes de que sus
compañeros y/o supervisores se conviertan en el objeto de su furia.
También existe la situación denominada “asesinato/suicidio”, la cual
también puede estar presente en las otras clasificaciones. Algunos empleados
letales asesinan a sus colegas pero, “deseando morir” o suicidarse como
“acto final” de sus relámpagos mortales.
Existen varios escenarios en esta subcategoría. En un
pequeño número de casos se ha dado el denominado “suicidio por la policía”
(suicide by cop), del cual se puede decir que podría llegar a ser el motivo
principal en los asesinatos en lugares de trabajo. El atacante, simplemente, no
tiene el valor suficiente para quitarse la vida; asesina a otros, “a cambio” de
morir en manos de la policía. Otro es aquel en el cual el atacante es
potencialmente suicida y depresivo, y cree brindarle cierto “honor” a su
muerte, “llevándose a otros consigo”, particularmente a los que se mostraron
“equivocados” con él. Asimismo, se han dado eventos de atacantes con
historiales de enfermedades mentales y, por último, el empleado homicida que se
encuentra lleno de furia autodestructiva y, literalmente, destruye las
principales figuras de “su” mundo y a él mismo.
Si bien, actualmente, este problema ha ido disminuyendo, gracias a
que las empresas han llevado a cabo políticas de prevención y seguridad, sobre
todo respecto de los empleados “riesgosos”, igualmente se han dado algunos
casos que siguen manteniendo el alerta sobre este tema. Es importante señalar
que muchas de las empresas sólo comienzan a examinar el problema luego de un
suceso trágico y, a veces, lamentablemente, a raíz de las demandas de las
víctimas, por lo que transforman el problema de la seguridad laboral en uno de
tipo “financiero” y, es, sólo en ese momento, cuando empiezan a adoptar las
medidas apropiadas, que han sido desarrolladas por profesionales en diversos
campos de las ciencias.
Fullerton, California, EE.UU., 12/7/76, Edward Allaway, 37
años, quien se desempeñaba como custodio en la biblioteca de la Universidad,
asesinó a siete personas e hirió a tres; se encuentra internado en una
institución penitenciaria para enfermos mentales.
Edmond, Oklahoma, EE.UU., 20/8/86, Patrick Sherrill, 44 años,
empleado del US Postal Service, asesinó a 14 empleados e hirió a seis
personas más, para luego suicidarse.
Sunnyvale, California, EE.UU., 20/8/86, Richard Farley, 39
años; había sido despedido por la empresa debido al acoso agresivo a una de sus
compañeras, irrumpió en sus oficinas y asesinó a siete empleados e hirió a
otros cuatro; se encuentra esperando su ejecución en San Quentin.
Louisville, Kentucky, EE.UU., 14/9/89, Joseph
Wesbecker, 47 años, empleado, irrumpió en su lugar de trabajo, y
asesinó a ocho personas e hirió a otras 12, para luego suicidarse.
San Francisco, California, EE.UU., 1º/7/93, Gian
Luigi Ferri, 55 años, irrumpió en un estudio de abogados, de cual que era
cliente, y asesinó a ocho personas e hirió a otras seis, para luego suicidarse,
con el argumento de que no había sido correctamente asesorado.
Fort Bragg, North Carolina, EE.UU., 27/10/95, William
Kreutzer Jr., 27 años, sargento del ejército, abrió fuego en contra
de una formación y asesinó un oficial e hirió a 17, de los cuales
dos quedaron inhabilitados, en forma permanente, para prestar servicios
militares. Fue condenado a muerte; su sentencia fue conmutada a prisión
perpetua, con el argumento de que su abogado anterior no había informado, en
forma apropiada, a la Corte, sus enfermedades mentales.
Papua, Indonesia, 15/4/96, el teniente 2º Sanurip, 36
años, asignado a una operación militar para asegurar la liberación de 11
rehenes, de repente y en forma indiscriminada, comenzó a disparar; asesinó a 16
personas e hirió a 11 más, hasta que fue sometido por sus compañeros militares.
Fue juzgado por un tribunal militar que desechó, de plano, que padeciera
problema mental alguno y fue sentenciado a muerte el 23/4/97.
Honolulu, Hawaii, EE.UU., 2/11/99, Byran Uyesugi, 40 años,
empleado de la sucursal de la firma Xerox, asesinó a siete compañeros de
trabajo e hirió a otro más; fue juzgado y condenado a prisión de por vida.
Wakefield, Massachusetts, EE.UU., 26/12/00, Michael McDermott,
42 años, técnico empleado de Edgewater Technology, en medio de una jornada
laboral, asesinó a siete empleados. El 24/4/02 fue condenado a siete cadenas
perpetuas consecutivas, sin posibilidad de libertad condicional, pena máxima en
Massachusetts, estado que no posee la pena de muerte.
Madrid, España, 3/4/03, Noelia De Mingo, 31 años, médica
residente de la Clínica La Concepción, asesinó a tres personas (una era
compañera de trabajo y los otros dos, un paciente y un visitante) e hirió a
otras seis compañeras y dos personas más, con un arma blanca de gran tamaño.
Fue sometida por los empleados de la clínica, apresada, juzgada y absuelta, por
razones de enfermedad mental severa (esquizofrenia paranoide). Se la confinó a
un máximo de 25 años en un instituto para enfermos mentales, luego de lo cual
quedará bajo custodia de sus familiares, según la regulación legal española.
Meridian, Mississippi, EE.UU., 8/7/03, Douglas Williams,
48 años, empleado de Lockheed Martin, asesinó a siete compañeros e hirió a
ocho, para luego suicidarse.
Goleta, California, EE.UU., 30/1/06, Jennifer San Marco,
44 años, ex empleada del US Postal Service –UPS–, irrumpió en una de las
plantas de procesamiento y distribución de dicha empresa, y asesinó a seis
empleados, para luego suicidarse. La investigación comprobó que estaba con sus
facultades mentales alteradas.
Huntsville, Alabama, EE.UU., 12/2/10, Amy Bishop, 45 años,
profesora de la Universidad de Williams, asesinó a tres profesores e hirió a
otros tres más, todos colegas de trabajo, en un ataque de furia, al enterarse
que no le darían su cátedra, además que se le había comunicado la terminación
de su trabajo. Fue capturada por la policía y el 24/9/12 fue condenada a
prisión perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
Manchester, Connecticut, 3/8/10, Omar Thornton, 34
años, chofer de camiones de una distribuidora de bebidas alcohólicas,
asistió a una reunión en la que lo iban a despedir a causa de un supuesto robo
de mercaderías; asesinó a ocho personas e hirió a dos, para luego suicidarse.
FUENTE: García
Roversi, Susana P., Asesinos Múltiples 1, Colección “Sin Piedad”, vol. 1,
Grupo Editorial HS, Buenos Aires, 2010.
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