III. La “pieza” del rompecabezas que faltaba
Pero habría novedades; el 16 de mayo, dos menores hallaron en la calle
San Juan y Paseo Colón, cercano a la Dársena Sur del puerto de Buenos Aires, otro
envoltorio que contenía una cabeza humana en avanzado estado de descomposición.
Los menores fueron interrogados por el comisario titular de la sección
29°, quienes dieron la misma
versión de los hechos en cuanto al hallazgo: uno
de ellos pisó una piedra, se resbaló y cayó al suelo; fue allí cuando vieron el
envoltorio hecho con una bolsa de tela y enganchado a uno de los puentes con un
alambre muy largo, que la bolsa estaba rota y le pareció ver un ojo. Ambos
salieron corriendo para avisar a la policía, pues sabían (¿y quién no?) del
hallazgo del “cuerpo sin cabeza” en la calle Montevideo. Hallazgo de la cabeza del "desconocido" |
En efecto, se trataba de la última pieza para armar el macabro rompecabezas
iniciado el sábado 22 de abril de 1894. A raíz del estado de descomposición en
que se encontraba –se pudo averiguar que un vagabundo la había sacado del agua
y la había colgado en el lugar donde la hallaron los jovencitos–la policía
ordenó que se sacara de ella una mascarilla de yeso y un retrato al óleo,
tareas que fueron cumplidas por el escultor Correa Morales y el pintor Euseri,
respectivamente. No sólo era un indicio muy valioso, sino que se puede contar
como un principio de lo luego serían las Artes Forenses. Se pudo observar que a
la víctima le faltaban sus dientes incisivos centrales y que probablemente
utilizara postizos, los cuales tampoco fueron encontrados. La primera medida
tomada por la investigación, luego de este último hallazgo, fue citar a todos los barberos de Buenos Aires,
quienes presentaron en las diferentes comisarías, para enseñarles la mascarilla
y el retrato; otra vez, ningún resultado. Luego se llevaron a cabo
interrogatorios a todas las mujeres dedicadas a la prostitución, que poseían
ficha policial. Otra vez, ¡nada!
Las autoridades policiales no tenían, a esta altura, esperanza alguna
de poder identificar a la víctima. Pero fue el juez Gallegos quien ordenó que
se realizara en el Departamento de Policía una exposición de todos los objetos
encontrados con el cuerpo descuartizado así como de la mascarilla, el retrato y
Mascarilla que permitió realizar el busto del "desconocido" |
Retrato al óleo y busto final exhibidos |
Daba comienzo, de esta manera, el esclarecimiento de un homicidio premeditado
y brutal de la historia criminal argentina, pero también el inicio de un largo
e intrincado proceso que llevaría a la justicia argentina a sustanciar la causa
en Francia y lograr la condena del criminal.
IV. La condena del criminal por la justicia argentina
La instrucción y reconstrucción de los hechos efectuada por la policía
y por el Dr. Gallegos debe ser considerada como una de las más brillantes que
se haya realizado en la Argentina: 1) se pudo
François Farbos |
En el allanamiento que se realizó en el cuarto de la calle Cangallo se
hallaron numerosas manchas de sangre en todo el lugar a pesar de que habían
sido lavadas, pero se notaban igual y un peritaje determinó que se trataba de
sangre humana que pertenecía al mismo grupo y factor que el de la
Raul Tremblié |
Desde un principio, la policía sospechó que Tremblié había huido del
país y se investigaron todos los medios de transporte al exterior y se halló
que “Jean Tremblié”· se había embarcado con rumbo al puerto francés de Dunkerque.
El juez Gallegos dictó sentencia contra Tremblié y ordenó su detención a las autoridades
francesas, junto con un pedido de
extradición. Todos los trámites fueron realizados mediante cables telegráicos
mientras aún el barco navegaba hacia Francia; el asesino pudo ser detenido al
llegar.
La conmoción en Francia y Argentina fue enorme; los medios de prensa
estallaban: “Tremblié no sabe por qué lo detienen”. Pero lo más importante fue
que la policía francesa confiscó el equipaje del asesino y allí encontraron una
gran sorpresa: catorce baúles con depósitos secretos en sus costados que
contenían monedas argentinas de uno y dos centavos; un total de $ 1.000. Pero
el tema no era el valor dinerario en sí, sino
el material con qué estaban fabricadas las monedas (cobre) el cual triplicaba su valor al ser
comercializadas como metal en Francia, o sea contrabandeaban metal ¿Cuál fue el
detonante que puso fin a la sociedad entre Farbos y Tremblié? Supuestamente,
Farbos le entregaba menos dinero que el que le hubiera correspondido; su socio,
que no viajaba, desconfiaba y de alguna manera se enteró. Uno de los motivos
más antiguos: la codicia. Sin entrar en grandes cálculos, estamos hablando de
100.000 monedas, dependiendo cuántas de uno y de dos centavos, que,
especulemos, pesen 1 gramo cada una, hubieran sido 100 kilos de cobre casi
puro. Ni se me ocurre pensar el valor actual de aquellos $1.000 pero supongo
que era una fortuna. En cuanto a la persona de Tremblié decía no entender el
porqué de su detención hasta que se le informó que estaba formalmente acusado
del homicidio y descuartizamiento de Francisco Farbos en Buenos Aires.
V. Grandes obstáculos que sufrió la justicia argentina... pero no se rindió
Las autoridades francesas negaron la extradición por lo cual iba a ser
juzgado en su país natal; el juez Gallegos no se amilanó y viajó a Francia con
todo el sumario y las evidencias. Asimismo todos
los testigos tuvieron que viajar también con todos los gastos pagos por el
Estado argentino.
Permanecieron varios meses hasta que un jurado francés
declaró la culpabilidad de Tremblié y lo condenó a muerte. Pero los abogados de
la defensa consiguieron que la sentencia fuera anulada por la Suprema Corte
francesa, la cual ordenó un nuevo juicio, el cual se realizó el 30/4/1896. En
un hecho sin precedente, nuevamente, tanto el juez como los funcionarios y los
testigos tuvieron que trasladarse a Francia.
Mientras tanto, tanto en los interrogatorios policiales como en sus
declaraciones durante su período en prisión, Tremblié persistía en negar su
culpabilidad. Aunque reconoció que con Farbos al contrabando de monedas
argentinas, se mantenía firme en su postura de que nunca había tenido problema
alguno con su socio, al que “había perdido de vista” en Buenos Aires
cuando –según su versión– Farbos se había
ido al interior del país en compañía de una viuda que viajó con él desde Europa.
El presidente del Tribunal Francés lo puso en serios apuros cuando le preguntó
acerca de unos dientes postizos que se hallaron entre sus cosas. Tremblié, sin inmutarse,
dijo que eran de él y el magistrado le solicitó que se los colocara. En vano
intentó colocarse los dientes incisivos en los molares que a él le faltaban;
allí se mostró, por primera vez, muy consternado.
Una vez más fue condenado a muerte en la guillotina, la sentencia
máxima en Francia; finalmente fue un triunfo para la justicia argentina pues
ambos procesos se basaron en la investigación policial y el sumario de
instrucción realizado por el juez Gallegos. Hasta el público francés pedía a
los gritos, fuera del tribunal, la muerte de Tremblié. Pero el Tribunal decidió
conmutarla por prisión perpetua sobre la base de que el crimen no se había
cometido en Francia. Raúl Tremblié, “El descuartizador de calle Cangallo”,
luego de dos intentos de suicidio, murió en la penintenciaría de Saint-Omer,
sin haber confesado su delito. Se desconoce la fecha certera de su muerte.
VI. Conclusión
Cuando afirmé que la Policía Federal Argentina, a fines del siglo 19,
era considerada entre las cinco mejores del mundo, este caso (y muchos otros) es una de las tantas pruebas de ellos: fue resuelto en dos años –teniendo en
cuenta la absoluta falta de evidencia– y para que el lector se sitúe en el
tiempo ocurrió más de cinco años antes que el infame caso de “Jack El
Destripador” en Inglaterra el cual, por la causa que fuera, sigue sin resolver
y sigue siendo una “mancha” para el Scotland Yard.
La resolución del cruel homicidio del cartero Farbos es un ejemplo de
investigación criminal y otro de compromiso profesional -además de moral- del
juez Gallegos –y sus colaboradores–, quien con su mano firme y decidida, además
de dotado de una intuición y perseverancia extremas, fue quien llevó a cabo y
elaboró el sumario de instrucción que sirvió, en su totalidad, a la justicia
francesa para condenar a su asesino Raúl Tremblié, a sólo cuatro años del
macabro primer hallazgo y con dos juicios en Francia, con todos los obstáculos
que esto acarreó (traslado de autoridades, testigo, evidencia, traductores).
Este caso, por mi parte, lo considero emblemático: “Si se quiere, se
puede”.
BIBLIOGRAFÍA
Abdala, Lorenzo, El caso de Francisco Farbos, Bs. As.,
1894; Cúneo, C. y González, Abel, La delincuencia, Colección “La Historia Popular”, Centro Editor de
América Latina, Bs. As., 1971, Nº 54, ps. 19 y ss.; Galeano, Diego, Escritores,
detectives y archivistas: la cultura policial en Buenos Aires, 1821-1910,
Teseo, Bs. As., 2009, ps. 129 a 136; González, Gustavo G., 55 años entre policías y delincuentes, Colección
“Crónicas El Hampa Porteña”, Prensa Austral, Bs. As., 1971.
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