“La seducción insistente o torpe no es un delito, ni la galantería una agresión machista”... pero ¡¡puede terminar muy mal!! por Susana P. García Roversi©

El acoso que llevó a un asesinato múltiple

Richard Farley


Richard Wade Farley (1948) trabajaba, desde 1976, como técnico en software en la compañía Electromagnetic Systems Labs (ESL), y en abril de 1984 tuvo su primer encuentro con Laura Black (en ese entonces de 23 años) en una reunión laboral. Farley intentó conquistarla, pero como ella no aceptaba sus avances, comenzó a dejarle regalos y cartas en su escritorio. Laura lo rechazaba en forma firme y concreta, pero Farley no desistía y persistía en forma asfixiante: la llamaba continuamente por teléfono en horario de trabajo y, al terminar la jornada, la seguía a cuanto lugar ella asistiera; por ejemplo, iba a sus clases de aerobics sólo para mirarla.
Laura Black

Por medio de falsos pretextos, consiguió que el Departamento de Recursos Humanos de la compañía le diera el domicilio y el número telefónico de la joven; asimismo, se acercó “amigablemente” al Departamento de Custodia, y sin que se supiera qué excusa inventó, obtuvo una copia de las llaves del escritorio de Black, para poder revisar sus pertenencias y así “ganarse un lugar” en la vida de ella. También por medio de las “amistades” que trababa en la empresa, pudo tener acceso a sus archivos personales siempre bajo falsas excusas.

Farley le enviaba una o dos cartas por semana a Black y, aunque hubo períodos en que cesaron, en total, le envió unas 200 cartas en cuatro años, la última de las cuales se la mandó desde la prisión. Laura Black, durante ese tiempo, se mudó cuatro veces pero él siempre la localizaba.

En el otoño californiano de 1985, Laura Black recurrió al Departamento de Recursos Humanos en busca de ayuda y dicha oficina ordenó a Farley que concurriera a sesiones de ayuda psicológica, lo cual hizo, pero sin cesar en su acoso a la muchacha. Pasados unos seis meses, Farley comenzó a amenazar a sus compañeros de trabajo, con el argumento que, tanto ellos como la compañía “conspiraban en contra de su “relación con Laura”. Esta actitud paranoica y obsesiva, unida a su pobre desempeño laboral, provocó que ESL lo despidiera en mayo de 1986, después de diez años de trabajo. Consiguió un nuevo empleo pero esto no cesó su acoso feroz a Black.

Farley se “deleitaba” al colocar a Laura en situaciones imposibles de resolver; si ella no le respondía, lo tomaba como una afirmación y cualquier otra comunicación, aun una negativa, la consideraba un “estímulo”. Si le enviaba un mensaje con una cita y ella lo ignoraba, precisamente por no decir “no”, la iba a buscar igual a su casa; si ella le decía que se fuera, la acusaba de “jugar con él”. Sin dudas, una situación agobiante, desde todo punto de vista como lo son todas las que se viven a merced de un acosador obsesivo: se halló evidencia de que Farley había intentado varios tipos de combinaciones a fin de lograr abrir el garaje de ella; intentó alquilar un departamento en el mismo complejo habitacional donde ella vivía (esto causó una de sus mudanzas), y así continuaba sin pausa el calvario de Laura Black.

Dos años después de su despido, Farley continuaba con sus cartas a la joven y le insistía en que debía “tomarlo en serio”, mientras que su propia vida personal se comenzaba a complicar: perdió su casa por falta de pago de la hipoteca y se hallaba bajo investigación por evasión de impuestos; aun así, su acoso nunca se detuvo. En enero de 1988, Laura Black encontró un paquete en el parabrisas de su auto; dentro había una nota de Farley con una copia de las llaves de su casa (¡las de ella!).

Ante estas circunstancias, infernalmente agobiantes y agotadoras, el 2/2/88 Laura Black solicitó una orden de restricción temporal, la cual fue otorgada por una Corte de Familia y se fijó una audiencia para el 17 de febrero, con el fin de que se convirtiera en permanente. Lamentablemente, no se llegó a esta circunstancia.

El 9/2/88 Farley compró una escopeta y una importante cantidad de municiones. La orden de restricción no le era obstáculo para adquirir armas durante ese período; igualmente, él poseía otras armas: dos revólveres, otra escopeta y un rifle.

Al día siguiente, se dirigió a la oficina del abogado de Black, para decirle que poseía evidencia de que entre la joven y él había una larga relación, tales como recibos de cenas, registros telefónicos, entre otras cosas; asimismo le dijo que Black poseía, en un lugar secreto, algo de cocaína que “alguna vez habían compartido”, en un torpe intento de desbaratar la permanencia de la orden de restricción. El abogado rechazó el paquete sobre la base de sus antecedentes megalomaníacos y obsesivos, producto de sus propias maquinaciones enfermizas.

Un día antes de la cita en la Corte, el 16 de febrero, Richard Farley condujo su casa rodante hacia el estacionamiento de ESL. Posteriormente, argumentó que había ido para hablar con Laura para pedirle que retirara la orden; si se rehusaba, él se suicidaría. A las 3 am, Farley cargó varias de sus armas: una pistola automática, calibre .38; una Magnum .357, un rifle calibre .22 y dos escopetas; se colocó un chaleco antibalas, tapones en los oídos, y guantes de cuero. Luego caminó hacia una de las puertas laterales de vidrio, la cual voló en pedazos de un disparo, y así continuó con el fin de llegar a la oficina de Black, situada en el 2º piso. Cuando llegó, ella rápidamente le cerró la puerta en la cara, por lo que Farley disparó a través de la madera; falló en el primer disparo, pero el segundo dio en el hombro de Black y la dejó inconsciente en el suelo; Farley se retiró.

Cuando llegó el grupo SWAT, Farley se movía de una sala a otra para que los francotiradores no pudieran alcanzarlo; esta situación se mantuvo por cinco horas. Mientras tanto, Black volvió en sí, trató de parar la hemorragia de su herida y, junto con otros sobrevivientes, se escondieron hasta que finalmente pudieron escapar. Farley se rindió con la promesa de un emparedado y una gaseosa (¿?) y dejó saldo de nueve muertos y cuatro heridos, incluida Laura Black.

El día después, el comisionado de la Corte de familia, Lois Kittle, dictaminó que la orden de restricción contra Farley fuera permanente. Con lágrimas en los ojos dijo: “Los trozos de papel no pueden parar las balas”. Laura Black estuvo hospitalizada durante 19 días y luego continuó con su trabajo en la misma empresa; Farley le escribió desde la prisión y le dijo que “ella había ganado”.

Durante el juicio, el acusado admitió los asesinatos, pero se declaró “inocente” con el argumento de que “nunca había planeado matar a nadie” y que “sólo deseaba llamar la atención de Laura” o suicidarse delante de ella. Su abogado planteó que Farley nunca había sido una persona violenta y que tenía su razonamiento temporalmente obnubilado por Black y que nunca volvería a matar.
La Fiscalía, por su parte, documentó paso a paso el acoso de Farley hacia la joven: las cartas; testigos que declararon cómo solicitaba, y con qué pretextos, información acerca de la joven; la compra de las armas y municiones una semana antes del evento, entre otras cosas, lo que determinó en forma precisa que todo había sido premeditado, y que no se trataba de una “obnubilación temporal”, como argumentaba la defensa. Si planeaba suicidarse o sólo llamar la atención: ¿por qué se colocó chaleco antibalas, tapones en los oídos y guantes de cuero? ¿Llevó cinco armas de fuego para “llamar la atención”? 

Richard Farley 2007
El 21/10/91, Farley fue hallado culpable de siete homicidios en 1er. grado y el juez, luego del veredicto del jurado, lo condenó a muerte. Como las leyes de California prevén apelaciones automáticas en estos casos de capital, Farley aún se encuentra esperando su ejecución en la cárcel de San Quentin(1). Es importante señalar que, antes de este raid homicida, Farley no poseía antecedente criminal alguno y que, a raíz de este caso, el estado de California sancionó la primera “ley antiacoso” de los Estados Unidos, que se sumó al caso del asesinato de la joven actriz Rebecca Schaeffer, también a manos de un fan acosador obsesivo, Robert J. Pardo, el 18/7/1989).

En 1993, se realizó una película, “I can make you love me” (“Puedo hacer que me ames”), también conocida como “Stalking Laura” (“Acosando a Laura”)(2).

(1) Informe trimestral (verano 2017) elaborado por el Proyecto de la Justicia Penal NAACP de la Fundación de Defensa Legal y Educacional Incorporadas. Las siglas NAACP corresponden a la “Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color” (Nacional Association for the Advancement of Colour People).
(2) Película para televisión, emitida el 9/2/93, dirigida por Michael Switzer y protagonizada por Brooke Shields y Richard Thomas; se narran los hechos en forma bastante fiel y se utilizan los nombres reales.

El presente artículo fue extraído de García Roversi, Susana P., Asesinos Múltiples 1, Colección Sin Piedad, Grupo Editorial HS, 2010, ps. 413 y siguientes.


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