Asesinos líderes de sectas o cultos destructivos (cult leaders killers) 3ra. Parte

Perfil psicológico de un líder sectarista
• Es muy probable que posea rasgos socio o psicopáticos, trastornos esquizoides, o tenga un severo trastorno antisocial. Por lo general, se trata de personas muy manipuladoras y extremadamente persuasivas, pues buscan a aquellos que tienen personalidades vulnerables o que poseen carencias afectivas, por lo que su acercamiento les resulta agradable y reconfortante. Estos líderes captan a sus adeptos o seguidores, diciéndoles las “cosas que quieren oír”. Sin embargo, estos “maestros” buscan, en forma constante, su propia satisfacción narcisista.
• Este narcisismo maligno se caracteriza por sentimientos extremos de arrogancia, crueldad sádica, sospechas paranoicas y una carencia total de sentido de culpabilidad. Se creen predestinados para “algo especial” en la vida, lo que los diferencia de los seres “normales”.
• Su patológico cuadro antisocial se manifiesta en la despersonalización que siente respecto de los miembros de su grupo, aunque la disimula muy bien; ve a sus seguidores como simples objetos para lograr su cometido “mesiánico”, conseguir recursos o, cometer delitos. El líder no trabaja; los adeptos lo hacen para él, pues está en una búsqueda constante de poder económico o político.
• Suelen utilizar el sexo como arma por medio de su prohibición total (entre los adeptos; sólo se puede tener sexo con él) o el fomento de prácticas como la prostitución.
• Aislan al adepto de su familia, de sus lazos afectivos y le extraen todos sus bienes. Para ello, “destruyen” la identidad de su seguidor y desestructuran su personalidad, para utilizarlo (cosificación). Es usual el cambio de nombre de los seguidores.
• El líder es completamente consciente de sus actos y no posee remordimientos. Lo único que le interesa es satisfacer sus propios impulsos, y “demostrarle al mundo” –en realidad, a sí mismo– quién es, a qué ha venido y cómo el mundo está en deuda con él.
• Es usual que consuma alcohol, psicofármacos o estupefacientes, debido a su autoestima distorsionada –generalmente, poseen un historial de rechazo de la sociedad hacia ellos–.
• Tienen una necesidad extrema de reconocimiento y aceptación ciega de sus seguidores y ven a los demás (y hasta a sus propios adeptos que “osan” cuestionarlo o dudan de sus “enseñanzas”) como “enemigos a destruir”, lo que demuestra una gran intolerancia a todo aquello que “se sale” de los preceptos que impone. Se valdrá de sus habilidades en el trato personal y personalidad manipuladora para disimular, en un principio, con todo aquel que no lo conoce; sin embargo, la bestia violenta que lleva dentro saldrá por sí sola más adelante.
• Líderes hay muchos. Se autodenominan “gurú”, “maestro”, “pastor”, “reverendo”, “profeta”, “padre”, entre muchos otros altisonantes términos. Todos, en mayor o menor medida, pretenden ejercer un poder divino. Ello significa que el líder lo sabe todo y lo prevé todo; su dominio es tal que hasta el hecho más irracional es aceptado. Ser líder no es malo; ser líder fanático, y consecuentemente destructivo, sí lo es.
• Estos personajes mesiánicos, carismáticos, con un gran encanto personal y gran poder de atracción, poseen lo que los psicólogos llaman “síndrome paranoico expansivo” que lo convierte en dueño del cuerpo y el alma del adepto, y de sus bienes y los de su familia, si es posible.
• Otra característica de los líderes sectarios es que tienen una personalidad paranoide (según Sigmund Freud, los delirios paranoicos se basan en deseos o temores y los principales son: el de persecución, de injusticia, de tipo erótico y el delirio de grandeza). Si poseen una sociopatía bien instaurada, buscará satisfacer sus impulsos erótico-sádicos en la destrucción “del otro” pero, a causa de su megalomanía, no podrá hacerlo él mismo o sobre una sola persona. Tendrá que hacerlo masivamente, y es, allí, cuando enviará a sus seguidores a cometer diversos delitos, llegando a homicidios múltiples, como fue el caso de Charles Manson, Adolfo Constanzo o Jeff Lundgren; los inducirá a suicidios colectivos –personales o “asistidos”, tal el caso de Jim Jones) o actos que pueden llegar a ser denominados como “terrorismo doméstico” (Shoko Asahara). El líder sociópata busca cobrarle al mundo su rechazo, a través de la movilización de grandes grupos de personas, intentando dejar su huella por medio de acontecimientos de destrucción masiva.

FUENTE: García Roversi, Susana P., “Asesinos Múltiples 1”, Colección “Sin Piedad”, vol. 1, Grupo Editorial HS, Buenos Aires, 2010.

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