• Es muy probable que posea rasgos socio o psicopáticos, trastornos
esquizoides, o tenga un severo trastorno antisocial. Por lo general, se trata
de personas muy manipuladoras y extremadamente persuasivas, pues buscan a
aquellos que tienen personalidades vulnerables o que poseen carencias
afectivas, por lo que su acercamiento les resulta agradable y reconfortante.
Estos líderes captan a sus adeptos o seguidores, diciéndoles las “cosas que
quieren oír”. Sin embargo, estos “maestros” buscan, en forma constante, su
propia satisfacción narcisista.
• Este narcisismo maligno se caracteriza por sentimientos extremos
de arrogancia, crueldad sádica, sospechas paranoicas y una carencia total de
sentido de culpabilidad. Se creen predestinados para “algo especial” en la
vida, lo que los diferencia de los seres “normales”.
• Suelen utilizar el sexo como arma por medio de su prohibición
total (entre los adeptos; sólo se puede tener sexo con él) o el fomento de
prácticas como la prostitución.
• Aislan al adepto de su familia, de sus lazos afectivos y le
extraen todos sus bienes. Para ello, “destruyen” la identidad de su seguidor y
desestructuran su personalidad, para utilizarlo (cosificación). Es usual el
cambio de nombre de los seguidores.
• El líder es completamente consciente de sus actos y no posee
remordimientos. Lo único que le interesa es satisfacer sus propios impulsos, y
“demostrarle al mundo” –en realidad, a sí mismo– quién es, a qué ha venido y
cómo el mundo está en deuda con él.
• Es usual que consuma alcohol, psicofármacos o estupefacientes,
debido a su autoestima distorsionada –generalmente, poseen un historial de
rechazo de la sociedad hacia ellos–.
• Tienen una necesidad extrema de reconocimiento y aceptación ciega
de sus seguidores y ven a los demás (y hasta a sus propios adeptos que “osan”
cuestionarlo o dudan de sus “enseñanzas”) como “enemigos a destruir”, lo que
demuestra una gran intolerancia a todo aquello que “se sale” de los preceptos
que impone. Se valdrá de sus habilidades en el trato personal y personalidad
manipuladora para disimular, en un principio, con todo aquel que no lo conoce;
sin embargo, la bestia violenta que lleva dentro saldrá por sí sola más
adelante.
• Líderes hay muchos. Se autodenominan “gurú”, “maestro”, “pastor”,
“reverendo”, “profeta”, “padre”, entre muchos otros altisonantes términos.
Todos, en mayor o menor medida, pretenden ejercer un poder divino. Ello
significa que el líder lo sabe todo y lo prevé todo; su dominio es tal que
hasta el hecho más irracional es aceptado. Ser líder no es malo; ser líder
fanático, y consecuentemente destructivo, sí lo es.
• Estos personajes mesiánicos, carismáticos, con un gran encanto personal
y gran poder de atracción, poseen lo que los psicólogos llaman “síndrome
paranoico expansivo” que lo convierte en dueño del cuerpo y el alma del adepto,
y de sus bienes y los de su familia, si es posible.
• Otra característica de los líderes sectarios es que tienen una
personalidad paranoide (según Sigmund Freud, los delirios paranoicos se basan
en deseos o temores y los principales son: el de persecución, de injusticia, de
tipo erótico y el delirio de grandeza). Si poseen una sociopatía bien instaurada,
buscará satisfacer sus impulsos erótico-sádicos en la destrucción “del otro”
pero, a causa de su megalomanía, no podrá hacerlo él mismo o sobre una sola
persona. Tendrá que hacerlo masivamente, y es, allí, cuando enviará a sus
seguidores a cometer diversos delitos, llegando a homicidios múltiples, como
fue el caso de Charles Manson, Adolfo Constanzo o Jeff Lundgren; los inducirá a
suicidios colectivos –personales o “asistidos”, tal el caso de Jim Jones) o
actos que pueden llegar a ser denominados como “terrorismo doméstico” (Shoko
Asahara). El líder sociópata busca cobrarle al mundo su rechazo, a través de la
movilización de grandes grupos de personas, intentando dejar su huella por
medio de acontecimientos de destrucción masiva.
FUENTE: García Roversi, Susana P., “Asesinos Múltiples 1”, Colección
“Sin Piedad”, vol. 1, Grupo Editorial HS, Buenos Aires, 2010.
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