MYRA HINDLEY & IAN BRADY
“LOS ASESINOS DEL PÁRAMO” (The
Moors Murderers) (1964-1965)
Por Dra. Susana P. García Roversi - Buenos Aires
- Argentina
Myra Hindley (1942-2002) era una muchacha muy
inteligente, nacida en Manchester, Inglaterra, excelente alumna y gran
nadadora. Su familia era disfuncional, pues su padre era abusivo con su madre,
su hermana y ella; por ello ambas niñas fueron criadas por una de sus abuelas.
A los 15 años, un hecho trágico marcó su vida: su
mejor amigo de 13, la invitó a nadar y ella decidió no ir. El muchacho se ahogó
y ella se culpó de su muerte: se convirtió al catolicismo romano (religión de
su amigo); disminuyó su rendimiento académico y dejaron de importarle los
estudios. Se hizo una fanática católica, encendiendo velas por todo Manchester
en nombre de su amigo. He aquí el primer síntoma de su inestable personalidad.
El 16/1/61, Myra comenzó a trabajar en la empresa
química Millward's y allí conoció a Ian Brady (1938), dos años mayor que ella,
pero con un frondoso prontuario de crueldad animal, violencia y algunos
arrestos por motivos sexuales. Él trabajaba allí como secretario desde febrero
de 1959; de inmediato, Myra se sintió atraída por él, pero Brady, totalmente
consciente de ello, la ignoró durante un año.
El 22/12/61, y tras algunas copas, Brady y Myra
iniciaron una relación. Durante una de las primeras citas, él la obligó a leer
todo lo relacionado con el nacionalsocialimo (nazismo), además de las obras
completas del Marqués de Sade. Luego la obligó a sacar una licencia de armas
(él no podía debido a sus antecedentes), como así también una licencia de
conducir.
La “religiosa” Myra dejó de creer en Dios y
adoptó todas las creencias, filosofías, ideologías, formas de vida e intereses
de los que la convenció Brady; llegó a cambiarse su color de cabello, además de
usar ropas alemanas. En ese lapso de tiempo robaron varios bancos e
incursionaron brevemente en la pornografía. Su paseo habitual era ir el páramo,
en las afueras de Manchester.
Pero, a mediados de 1963, Brady perdió interés en
los robos a bancos y comenzó una “carrera” como violador y asesino para
satisfacer sus impulsos sexuales. Así, el 12 de julio, Myra convenció a una
adolescente de 16 años para que le ayudase a buscar un guante en la pradera de
Saddleworth. Brady las siguió en su moto y fue allí donde la violó y la mató;
el 23 de noviembre, ella engañó a un niño de 12 años, llevándolo a la misma
pradera, donde Brady lo violó y, furioso porque el arma no funcionó, lo
estranguló y enterró; 16/6/64, engañado por ambos y llevado al mismo lugar,
sucedió lo mismo con otro niño de 12 años (su cuerpo nunca pudo ser hallado);
el 26 de diciembre, ambos secuestraron a una niña de 12 años de un parque de
atracciones. Brady la fotografiaba desnuda mientras Myra grababa los gritos de
la niña, rogando por su vida; acto seguido, él la violó y la asesinó, y ambos
la enterraron a la mañana siguiente, siempre en el mismo sitio.
No les bastó; almorzaron sentados en el páramo,
en el mismo lugar donde habían enterrado a sus víctimas, riéndose y tomándose
fotografías. Poco tiempo después, en el apartamento que compartían, y en
presencia del cuñado Myra, David Smith, Brady asesinó de un hachazo en la
cabeza a un joven de 17 años y le pidió ayuda para deshacerse del cuerpo. El
cuñado, con una buena excusa y luego de ayudarlos a cargar el cadáver en el
auto, se fue del lugar "con la promesa de volver para auxiliarlos en el
entierro”. No fue así; se dirigió a la estación de policía y los denunció. De
inmediato, se procedió a su arresto y las pruebas de las fotografías a la
pequeña y las grabaciones de gritos que se hallaron en el departamento de
ambos, además de las excavaciones y exhumaciones en la pradera, fueron pruebas
contundentes en contra de ambos, que fueron condenados a cadena perpetua, en
1966, pena máxima en el Reino Unido de Gran Bretaña.
Myra solicitó varias veces la libertad
condicional pero siempre le fue denegada; ambos se convirtieron en las personas
más odiadas de los británicos, quienes se refieren a ellos como los “Asesinos del
Páramo” (Moors Murderers) y a ella en especial como la mujer "más malvada
de toda Gran Bretaña", título que luego tuvo que "compartir" con
su compañera de celda, la infame Rosemary West, de quien me ocuparé
seguidamente. Myra mantuvo correspondencia con dos productores de la cadena BBC
de Londres, para la realización de un programa especial de su caso. Fueron 150
cartas intercambiadas; en un párrafo que creo importante transcribir, ella
dijo:"Si me hubieran condenado a la horca en aquellos momentos habría
muerto de miedo. Ahora [febrero de 2000] creo que lo preferiría (...). Él tenía
una personalidad muy fuerte y era terriblemente carismático. Si me hubiera
dicho que la luna estaba hecha de queso verde o que el sol sale por el oeste,
le hubiera creído sin dudar"[1]. El 15/11/02 y tras una infección
pulmonar, Myra Hindley murió de un ataque cardíaco.
Brady se encuentra internado en un instituto
psiquiátrico, tras varios intentos de suicidio y huelgas de hambre. No se
arrepiente de nada de lo que hizo y, por el contrario, se ocupa siempre de
enviar cartas de felicitaciones a “sus colegas asesinos” y sigue jactándose de
sus crímenes.
He aquí un típico caso de “folie à deux”, brutal
y macabro. En forma evidente, surge el carácter dominante de Ian Brady por sobre
la volubilidad de Myra Hyndley, que hizo todo lo posible por complacer a su
pareja. Resulta obvio que su voluntad era dirigida por él, y por ello era la
“encargada” de secuestrar a seres indefensos con engaños y ayudar en forma
activa a su brutal y deleznable novio a saciar sus bajos y aberrantes instintos
[2].
[1] Berry-Dee, Christopher, Shared Madness
(“Locura compartida”), John Blake Publ., Londres, 2010, ps. 119 y siguientes.
[2] “Hindley: I wish I'd been hanged”
("Hindley: Hubiera preferido ser colgada"), BBCNews, 29/2/00, en http://news.bbc.co.uk/2/hi/uk_news/661139.stm.
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